jueves, 27 de marzo de 2008

CANTO A LO DIVINO


1. Mi madrecita querida yo le prometí una vez
Traerle a su retoñito pa que lo acune otra vez
2. Madre yo le prometí entregarle a su angelito
Traérselo desde lejos pa que le cante bajito
3. El niño está aquí presente y le tañen las guitarras
Le cantan los guitarrones con voces de sus entrañas.
4. A este niño tan bonito dios se lo llevo primero
Dejo a padres y parientes llorando de desconsuelo.
5. Mi madrecita querida aquí le trago a su hijo
Para compartir su almohada desde hoy hasta el infinito.
6. En Pirque se quedara dormidito entre las flores
En medio de Padre y Madre escuchando sus canciones.
7. Ya nada separara a este trío tan querido
Y dios les sonreirá juntitos en ese nido.
8. Los angelitos del cielo los cubrirán con sus alas
Les bailaran por las noches y les cantaran las hadas.
9. Cuando el niño se fue al cielo los ángeles lo llevaron
Tomadito de las manos a sonreírle a la Madre.
10. La dulce estrella le dijo ven aquí mi corazón
Pa cubrirte con mi manto blando como el algodón
11. Los habitantes del cielo con dulzura lo acogieron
Y le hicieron una cuna con nubes que recogieron
12. A mi hermanito Gerardo yo le digo desde aquí
Que he cumplido la promesa que a madre le prometí.

Despedida: Ya con esta me despido de mi hermano aquí presente
Y le digo desde ya que un día no lejano estaremos frente a frente.

Una Promesa Especial



Pero ¿cuando, mijita?, dijo la madre poniendo cara de pregunta, me gustaría tanto hacer realidad ese sueño, exclamo pensativa levantando los ojos para mirar el cielo a través de su ventana.
Usted me lo prometió, verdad, dijo mirando a su hija con una sonrisa. Pero entiendo que por su salud no ha podido viajar. Si quiere lo hacemos juntas así sale más liviano el viaje. De a dos siempre es más entretenido porque mientras usted maneja yo le converso y le voy contando las historias de los lugares por donde pasamos. Con tanto viaje que he hecho en mi vida, ida y vuelta al mismo lugar, me he aprendido las historias de cada pueblo.
Paso el tiempo y el silencio sello los labios de la madre. Sus ojitos de almendra se cerraron como pétalos de nenúfares cuando el sol comienza su descenso hacia el mar. Ni palabras ni miradas, Raquel tendría que hacer el viaje en otra compañía…. !Algún día! se dijo, algún día iré.
Una mañana se despertó con la certeza de que era ¨El Día¨. Preparo un ligero equipaje y se fue acompañada por su hermana en búsqueda del pasado, a recuperar lo que quedara. Mucho o poco, ¿que importaba? Solo importaba la promesa y esa sí que era una razón de peso.
Excavaron con el alma puesta en la esperanza, recogieron los restos, los colocaron en un ánfora y sonrientes volvieron a casa con el tesoro de la madre.
Cada cual lo tuvo en su casa, le canto canciones de cuna para hacerlo dormir acariciando con amor la cerámica blanca. La tercera noche reunieron a la familia y amigos y le cantaron por horas frente al altar improvisado. Al día siguiente lo llevaron a la iglesia para que recibiera la bendición del cura y efectuado el trámite eclesiástico partieron, pala en mano, al lugar donde descansaban el padre y la madre.
Raquel dijo, depositando el ánfora en el agujero ‘Madre, aquí te dejo a tu hijo para que le cantes por las noches.’ Ahora, la semillita que había quedado dispersa esta, por fin, entre tus brazos. Los vivos deben estar con los vivos y los muertos con los muertos. Sin embargo debo confesar, que disfrute acunándolo en mi regazo. He cumplido mi promesa porque los sigo amando.

Gracia Gadel
21 de febrero del 2008

Para Emilio



De la tierra valiente y oscura
va surgiendo la savia hacia ti
proyectando sobre la espesura
su torrente de luz y defi.
Yo me alegro que sientas su eco
el que al árbol hojitas le da
si en invierno pareciera seco
nueva vida ella le impondrá.
A los seres les da nuevos bríos
para amarse y dejarse amar
devolviéndoles brío en el pecho
y en las venas corriente inmortal.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Para Liliana


Me gustaría saber decirte
que el manto de las estrellas
es una cosa tan bella
que jamás podría herirte
Si quisieras descansar
del avatar de tus días
quizás podrías intentar
dormirte en su melodía.
Piensa en la Fuente sagrada
y vístete de violeta
depositando en tu almohada
el aroma de violeta.
No solo el color te sana
sino también sus perfumes
si cuando estás en la cama
en su sueño te consumes
Esta receta, Liliana
a mi me la ha entregado
mi amiga de alma liviana
y de corazón callado.
Mas la liviandad de su alma
y el silencio de su pecho
lo consiguió como palma
por amar al ser sin trecho.

UN SEUDONIMO PARA ROSARIO


Estaba pensando que mi nombre no tenía la resonancia que necesita un autor de cuentos y los nombres o combinaciones que barajaba no me dejaban satisfecha cuando me quedé dormida. No mas cerrar los ojos comencé a descender por una escalinata hacia un lugar blancamente iluminado. Al llegar a un recodo un murmullo me hizo aguzar el oído; Muchas voces hablaban al mismo tiempo con una algarabía de risas, movimientos y carreras que llenaban la estancia de cálida camaradería. En alguna parte de mis células sabia que esas voces pertenecían a mis Rosarios ancestrales. Las convoque sin darme siquiera el trabajo de llamarlas, solo las pensé cuando en un carrusel de nombres e historias, buscaba un pseudónimo que encubriera los cuentos que desde mis sentidos se derramarían hasta mis manos.

Me asome para verlas aunque no mas fuera por esta vez, cuando de entre la gente apareció un letrero que decía, HORTENSIA con letra mayúscula, las otras personas reían y se atropellaban tratando de verme, yo solo pude ver la mano que lo alzaba. Desde lejos, atrás, muy atrás de mis recuerdos esas voces fueron teniendo cara y nombre, y en mi mente se hizo la luz. No baje ni subí un peldaño más porque había comprendido que mis ancestros femeninos se habían dado cita en ese lugar para encontrarse conmigo

No necesitaba ojos para mirar mis sentidos lo captaban todo hasta la mas mínima vibración. Despacio, caminando en puntillas llegué a su lado y en un frenesí de movimientos, con las manos en jarra, nos encadenamos las unas a las otras y comenzamos a danzar la danza de la historia. Desde los confines del pasado me llegaban los fru fru de polleras y piececitos deslizándose al compás de la música que hace el viento al rozar las hojas. De pronto me encontré en el lugar más alto siendo yo la primera de la fila ¿o la última? y pude ver que la cadena de Rosarios era casi infinita. Pasaban ante mi hermosos rostros ovalados, cabelleras rojas, negras, doradas, ojos de ámbar, bocas sonrientes culebreando desde el antes para llegar frente al ahora que las miraba embelesada. Me fueron cercando en cientos de vueltas hasta ser lanzada hacia los aires sujeta por finísimos hilos de plata que me unían a esas manos cariñosas y seguras.

Ellas estaban contentas, las había recordado, sus nombres estaban en mis pensamientos, en las combinaciones de nombres que inventaba pero siempre ligadas a ellas, a lo que me pertenecía; mi cadena genética ancestral. No quería tener un nombre que no representara nada y ellas me lo agradecían y festejaban a su modo.

Fueron apareciendo los letrero, uno tras otro, se quedaba unos instantes inmóvil como para cerciorarse de que lo había leído luego desaparecía en medio de risas y aplausos. Me pareció que en ese gesto tan humano había una petición implícita; “acuérdate de mi”, “y de mi” decía otra mostrándome su nombre escrito con tiza azul. Cuando tuve los ojos llenos de nombres comencé a despertar con plena conciencia de lo que había sucedido. Puse la primera letra de cada nombre en un papel y el resultado me pareció perfecto. Gracia, y surgió la pregunta, ¿querían que me llamara Gracia o me estaban dando las Gracias?

Así nació este nombre, sugerido en una insólita reunión de mujeres, que dieron forma a un futuro apenas imaginado por ellas pero ciertamente vislumbrado al momento de parir. Habían hecho crecer la cadena de la vida eslabonando el pasado con el futuro por medio de una silenciosa construcción celular. Cada una aportó su perfecto yo hasta llegar a las entrañas de mis abuelas. Nosotras, mi madre, yo, mi hija y ahora mi nieta somos la continuidad de tejedoras expertas, lanzadoras de redes al futuro, semillas sembradas en vientres fértiles por esas mujeres que me miran sonrientes desde sus cunas del pasado.

GRACIA GADELPirque, 11.07.2007