viernes, 24 de noviembre de 2017

Desierto Florido: Atacama que brota como río colorido.

En las tierras yertas del desierto donde sólo la sal crece bajo el manto opaco de la arena y las rocas, en las explanadas silenciosas besadas por el tórrido sol de cada día, Dios sembró semillas de nueva vida. En ese silencio mustio de los atardeceres en que ni el cóndor baja a mirar las canteras de sal por miedo a quemar sus alas, ahí en los faldeos de las montañas de los Andes o mas abajo en las planicies angostas, crece la vida.

Bastaron 3 milímetros de agua para que todo renaciera; flores, insectos, pájaros, cactus y rocas fertilizadas por la lluvia y el viento; las piedras entristecidas de tanta espera atrapan al vuelo las esporas de los líquenes que se apegan a ellas como a su madre patria. De entre los granos de arena salobre emergen los tallos delicados: mil nuevos soles, miles de nuevas flores.

Caminé sobre las planicies y los cerros admirando el paisaje de estos bosques enanos. Recorrí paso a paso las extensiones abrumadoras del desierto chileno, que inhumaba la arena y las rocas y exhumaba la esencia de estrellas renacientes. Nada me importó la distancia o la fatiga, cabalgué con las manos extendidas atrapando la vida.

Ese mismo desierto que amo tanto por su imperecedero silencio, hoy convertido en vergel de ojos amarillos me devolvió en mil besos la visita a los ojos abrazándome en un calido encuentro. Las emociones turbaron mis caricias y recorrió mi espalda la belleza de sus cerros que como macetas vibrando hacia los vientos me miraban desde lejos.

Aquí una montaña se ha vestido de verde, otra le ha robado al cielo el azul de la infancia, otra mas lejana se engalanó de un ámbar cristalino, la de más allá me mira con su vestido rojo salpicado de estrellas. Todas y cada una en esta gala de la primavera desértica han querido lucirse hermosamente bellas. En los montes cercanos a la rivera del pacifico, una corona de nubes se ha posado sobre las altas cumbres como sombrero blanco y esponjoso.

El valle, ese valle arenoso y estéril que acoge a los burros salvajes y a las llamas del desierto, reverdece y se cubre con los colores de la paleta divina centelleando bajo la brisa cálida que lo besa. El pulular de los insectos estremece los parpados de las flores silvestres y en concierto amoroso le abren sus corolas al amante compartido con otras de su especie.

Todo es labor en el desierto de Atacama. Las plantas que han crecido duraran sólo un instante y en ese tiempo las bendigo y les canto. El proceso integro de la vida se funde bajo el suelo en un incesante pulular de obreros. Los abejorros, esos labriegos suaves, piel de seda negra y amarilla, recorren cada estambre, polen y luz de vida mientras otras recogen semillas para guardarlas en las entrañas frescas de la arcilla.

Algún día, vendrá un nuevo tiempo de flores nuevas. Ellos no saben cuando pero será algún día. Puede ser en un año o en 50, el trabajo debe ser perfecto. No se permite errores en el desierto pues error es muerte eterna. Cada ser conoce su tarea y laboran felices llenando el ambiente de pálidos sonidos. A esos amantes laboriosos las flores les regalan el perfume de la tarde que todo lo cubre, que todo lo impregna incluyendo mi pelo.

Quise revolcarme en el paño de flores violeta pero no pude, quise impregnarme en el manchon de flores celestes pero no pude, quise marchitarme en la cubierta amarilla de la pampa, pero no pude, quise adentrarme en el rosado pálido hasta el fondo, pero no pude. Entonces ellas me cubrieron con sus aromas y llenando mi garganta de añañucas, me envolvieron entera en sol naciente, me regalaron su aroma de sortija, me llenaron los ojos de luz postrera.

Camine silenciosa hasta mi auto y emprendí el viaje de regreso. Dejarlo me dolía fuerte aquí en el pecho ¡Como quise guardarme en el desierto! Quedarme para siempre cobijada en el aliento que las sopla hacia el cielo. Hundirme y amanecer en cada evento de nueva primavera reverdeciente, fundirme en el desierto.
Lo guardé en mis pestañas para recordarlo mas tarde, cuando frente a mi pantalla revisara sus flores, y aquí lo tengo, enardecidamente perfumada de estrellas, atardecida y eternamente agradecida por este fugaz encuentro.

Gracia Gadel.
Pirque 19 de Octubre del 2008

miércoles, 27 de noviembre de 2013

BUSQUEDA

Caminé mucho tiempo por laderas filosas e hirientes, Deambulé sin saber ahuecando mi voz por las pendientes, Recorrí los confines de los hornos oscuros de la gente, Pisoteé ensimismada rocas escarpadas y candentes. ¡Nada encontré, Señor, nada! No era por ahí donde a buscarte fuere. Seguí taciturna mi caminar buscándote hacia el frente, Herí mis manos y mi cuerpo en la tierra agreste, Dejé pedazos de la piel y rodillas sembrados en la nieve Desvencijé mis pies ya casi derretidos de dolores latentes. ¡Nada encontré Señor, nada! No era por ahí donde a buscarte fuere. El exilio del alma transformó, inmutable, mis torrentes, El sol del desierto quemó sin piedad mis manos y mi frente, El frío de la nieve penetró por las hendijas de mi mente, El agua de los mares separó sin piedad este cuerpo de mi gente. Y en este viaje, Señor, ¡Nada encontré, nada! No era por ahí donde a buscarte fuere. Me sumergí en el silencio de los montes mirando hacia el oriente, Recorrí las extensiones del desierto dejándome arrullar por las flores; silenciosamente, Me enredé en la flora extensa del sur donde la vida siempre emerge, Calmé mi sed en la vertiente de una montaña verde. ¡Y te encontré, Señor, te encontré! Era por ahí donde a buscarte fuere. Y… En cada susurro de la tierra, En cada rosa silenciosa y en su aroma, En cada flor del desierto nuevo, En los ojos de mis hijas, En el palpitar de las plegarias, En la mirada sorprendida de las aves, En la briza que rosa mis mejillas, En la amiga que acoge, En el canto del agua, En la paz del mañana, En mi corazón ya sin dolores… ¡Te encontré, Señor, te encontré! Dejé de buscar por fuera lo que adentro tuviere, Sumergida en el latir del alma que en mi ser viviere Acogida en la luz del canto que mi Fuente tiene Arropada en su manto sané mi cuerpo para siempre. ¡Y Te encontré, Señor, te encontré…! Y hoy todo me sorprende.

sábado, 10 de septiembre de 2011

SILENCIO DEL CUERPO


Desde mi corazón que siempre invoca
la destellante luz de tus pupilas
recuerdos son de esa afamada boca
entonando refranes de las lilas.

Desde la pulcritud de mi recuerdo
el que aserrados dientes consumieron
recuperar quisiera, más lo pierdo
en estos ojos mustios que te vieron.

Soñar con lo imposible aquí en mi lecho
me traerá las dulzuras más ardientes
cuando su mar rompió en mi suave estrecho.
¡Amor no pienses palpitar torrentes!

Porque la mansedumbre de mi pecho
puede hacerme rodar por las pendientes
y sin su abrazo no tienes el derecho
a sumirme en el claro de la fuente

Déjame despegarlo de mi cuerpo
Ahuyentarlo de las rocas y arenales
Lanzarlo al cielo sin temor al tiempo
Evocándolo junto a los cristales.

Más allá de sus pasos en la tierra
Mi amor se calma y el dolor se arrima
Si su abrazo confundo con la sierra
Que me observa callada y no me anima.

Quisiera darle esta caricia loca
Como luces salidas de la fuente
Que desprende esta mano que le toca
Y lo esculpe con valor ardiente.

¿Quieres amarlo? ¡Pobre cuerpo vano!
Si ya no tienes ni el calor travieso
De ese mirar tan pronto y tan lejano
Que conquistó su cielo con un beso.

Ya te he dicho que olvides las caricias
Que las descuelgues, luego las difundas
Por los vientos del mar, sin avaricias
Las dejes retomar aguas profundas.

Cada vez que lo encuentro me parece
que su tierno mirar se ha rebajado
y al hurgar sus pupilas me entristece
pues ya perdió el encanto enamorado.

Nada puedo pedir ¡Dulce tristeza!
Si en mi ha pasado el tiempo de los cuerpos
Y el silencio se ha instalado con presteza
Dejándome los miembros casi yertos.

Es mejor que le mire desde lejos
A vivir la premura de su abrazo
Sin poder responder con mil festejos
Y dormirme para siempre en su regazo.

lunes, 30 de agosto de 2010

AUSENCIA



El miedo rutilante que inundó mis pupilas,
resonó en las entrañas de la noche marchita,
hizo volar las aves que anidan en mi alma,
las lanzó hacia los cielos, como onda a los vientos.

¿A donde van las aves durante la tormenta
cuando el frío y la niebla cubren todo a su paso?
¿Donde mecen sus hijos? ¿Donde entonan sus nanas?
¡Parece que mis ojos ya no sirven de nada!?

¿A dónde van las aves, donde cuelgan sus nidos?
¡Dime donde sus cantos despiertan la esperanza!?
pues no es aquí en mi pecho, tampoco en mi garganta,
no se hacia donde han ido y me muero en nostalgia.
Cuando habitan adentro y me alumbran sus cantos,
todo miedo se escapa o se funde en la llama,
entonces victoriosos con plumas renovadas,
penetran el marfil del árbol de mi infancia.

Y la noche se alumbra con susurros de plata,
al ver que cual racimo de las ramas mas altas,
picotean la aurora para que la plegaria,
sea escuchada en voces en la copa de mi alma.

jueves, 5 de agosto de 2010

CANTO A LA LIBERTAD



CORO
Libertad, libertad, todos Uno,
en tus alas sabremos vencer,
levantemos espada y escudo,
la justicia de Dios va a volver.

Encendamos la luz de los cielos,
coronadla de azur y crisol,
sed antorcha del mundo y consuelos
para todos los hijos del sol.

Desterrad toda duda y la sombra
oponiendo certezas y luz,
construid junto a todos la obra
con los brazos abiertos en cruz.

Si mantienen su pecho y la frente
alumbrados de eterno fulgor,
en sus almas y vida la Fuente
limpiara para siempre el dolor.

Dulce Madre, eres campo dorado,
que a tu hijo laureles le das
cuando en justo combate ha encontrado
la victoria, la dicha y la paz.

CORO
Libertad, libertad, todos uno,
en tus alas sabremos vencer
levantando la espada y escudo
la justicia de Dios va a volver.

Estos hijos que a coro te llaman
elevando hacia ti el corazón,
somos seres de amor que te aclaman
derramando su verso y canción.

Sed tenaces ruptores de grillos,
hombres plenos de amor y humildad,
conquistando el oro y los brillos
seréis dioses de la humanidad.

Levantad vuestros ojos al cielo
proclamad: libertad, libertad,
abrid amplias las puertas y anhelos
pues ser libres es vuestra verdad.

Unan manos y cuerpos alados,
honrad siempre esta tierra y el mar
porque en ella el hombre ha encontrados
abundancia y belleza sin par.

Somos todos tus hijos benditos
que cabalgan el mar del amor
en el pecho llevamos escrito
la nobleza del ser creador.

CORO
Libertad, libertad, todos uno,
en tus alas sabremos vencer
levantando la espada y escudo
la justicia de Dios va a volver.

AUTORA: GRACIA GADEL
PAIS: CHILE

jueves, 17 de junio de 2010

NO ME MIRES ASI.



Al mirarme de frente niño amado
de tus ojos emergen rayos de oro,
para cubrir mi espacio cual tesoro
demostrando que estas enamorado.

Cuando el abrazo suave yo te entrego
y protejo tu cuerpo con dulzura,
lo inundo con caricias y frescura
quemando toda mácula en el fuego.

Si me miran tus ojos, tiernamente,
mil aves hasta mi, vuelan contentas,
despejando por siempre las tormentas.

Por eso ámame, dulce, suavemente,
en cenit o en aurora y las florestas
¡Se llenaran de trinos y mil fiestas!...

martes, 18 de mayo de 2010

Camino de Pajaros

¿A donde van los pájaros que anidan en mi alma cuando estoy en tormenta?
No escucho el aleteo, nada de melodías ni arrullos de agua clara.
Hoy día no los oigo porque se que migraron sin dejarme una seña.

¿A donde van los pájaros que habitan en mi alma cuando ella está dolida?
Cuando las amapolas de la senda oscurecen y se caen sus pétalos
¿Donde quedan los cantos, los trinos y las risas cuando la noche acecha?

¡Quizás amanecieron y al verme tan oscura desplegaron sus alas!?
Sin embargo los siento… ¡Siento tanto su ausencia que me sangra la cara!
Pensaba que ese nido de espumas y de flores ya era una morada.
Creí que las caricias y el amor derramado los haría perennes.

¿Cómo salgo a buscarlos si no se donde han ido?
¿He perdido su traza?